jueves, 11 de noviembre de 2010

Chino mas lindo



Al amigo no le busques perfecto. Búscalo amigo (José Narosky).


  Transcurría la etapa inicial de 6º de primaria. Me encontraba totalmente apanalado en el Tomás Bretón. 2º año. No sé hasta que nivel un niño de colegio puede mostrar la verdadera amistad, pero yo estaba cómodo, era feliz.
Al inicio del dicho curso mis compañeros recurrieron en ir al ciber más concurrido del barrio para pasar los fines de semana. Poco acudía en un principio, aunque mediante transcurrían las semanas, más frecuentemente iba al local. Mi juego favorito era sin duda el Warcraft 3.


Mi profesora favorita, Adela (Lengua y Literatura), para fomentar la lectura en clase, había propuesto que leyésemos tres libros mínimo para aprobar el trimestre.
Y para fomentar la sociabilidad, llevaba a la otra clase (los que quisieran) a los chicos y chicas para hablar, jugar y realizar actividades varias propuestas por los tutores para integrarnos en caso de que a alguien le costase más.
A mí me gustaba quedarme sentado en clase hablando con los compañeros, dibujando o simplemente rascándome la panza sin pensar en nada importante.
Pero un día, sin ninguna razón, decidí aventurarme en 6ºB. Miento. Tal vez si existiese alguna razón. Había más de una chica que me "motivaba" bastante. Por decir nombres eran: Cristina, Irene, Bibiana y alguna más que hace mucho ya se me han olvidado.
Al principio saludé a algunos chicos que conocía del año pasado. Les preguntaba que tal, cómo llevaban el curso y demás interrogaciones que en realidad poco me importaban saber.
Al otro extremo de la sala un chico con el pelo liso hacia delante hablaba con Adela. No conseguía identificar lo que decían, pero por la cara del joven, denotaba un ligero enfado. Me acerqué  y descubrí que se estaba quejando de la nota impuesta por ella en un examen.
Cuando el personaje desistió, le hice la pregunta de porqué estaba enfadado. Yo ya sabía la respuesta muy bien, pero quería entablar una conversación y que mejor principio que el de apoyo ante un desahogo.


Para seguir con el relato, debo decir que nunca he sido de entrar a alguien que no conozco de nada. Me suele importar más bien poco hacer nuevos amigos, pero esta ocasión sentí un aura "abierta" y algo más que no podría explicar bien.


-¿Por casualidad no serás japonés?
Era evidente que lo era. Ojos rasgados, piel blanquita con bordes amarillentos y el pelo semi parecido un casco Ruso. 
-No. Soy español. Pero mis padres son chinos.
Noté reproche en su respuesta y yo me avergoncé. Duró poco, pues cogimos un punto en común muy fuerte: los videojuegos. Sobretodo el Warcraft 3.
A partir ahí de ahí nos hicimos buenos amigos.
Pero no fue a partir de 1º de la Eso cuando pude llamarlo por primera vez "amigo".


Al cabo de 3 años se convirtió en el mejor compañero que había tenido jamás. Él me conocía a la perfección y viceversa.
Kedy tenía muchos amigos y era una persona respetada en su sociedad. A pesar de todo, la gente guardaba un mínimo espacio con él por su difícil carácter. Era un ser complejo que en sus días malos (que eran bastantes) lo más sensato podría ser alejarse y no hablarle hasta que se le pasase.
A pesar de todo yo aguantaba esos truenos internos suyos, pues mi aprecio y cariño eran muy altos.


Hasta que llegó él yo me pasaba los fines de semana en casa de mi primo jugando a la play o en el ciber e incluso acoplándome a los planes de mis padres. Él fue el que me incitó a salir y tener vida social.


Los días fueron pasando y la confianza había llegado hasta tal punto que empezaron los "rifi-rafes".
Dinero, palabras tergiversadas, consejos rechazados y demás cosas que hacen que una amistad se tambalee. 
Pero da igual la oscuridad si la amistad es verdadera y la nuestra se había inundado de tantos recuerdos y tantas palabras, que esas pequeñas rencillas no pondrían romper nada de lo construido. 


Siguió pasando el tiempo y salí del instituto "Gran Capitán", para entrar en el "Juan de la Cierva".
Y la amistad se congeló. Se congeló como aquél juguete que se deja en el trastero sin que nadie lo lleve al calor del hogar. Lo mismo pasó con nosotros. Nos congelamos, nos helamos porque nadie rescató al otro y lo atrajo hacia sí.
Desistí del World of Warcraft (la siguiente parte del Warcraft 3, pero en versión mmorpg) y la única ventana que nos unía también desapareció.
Tuvimos unos pocos encuentros más en los dos años desde que me mudé. Pero los dos habíamos cambiado muchísimo, como es natural por otro lado.
Yo ya no era aquél chico sonriente al que sus amigos conocían como aquél que nunca se "rayaba", ni se preocupaba por nada en abundancia. Me había vuelto más fuerte mentalmente, más maduro y responsable. Pero también más pesimista y con el corazón "grisáceo".
El chino, mi chino favorito miraba al futuro. El presente y el pasado ya no eran casi nada para él. Había perdido todo rastro de adolescencia y despreocupación. Pero no le culpo. 
Somos lo que la vida nos da. En su caso había crecido antes de tiempo.


Kedy. Mi mejor amigo. El mejor amigo que tendré siempre. Le echo muchísimo de menos. Espero que todavía queden capítulos por escribir.



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