viernes, 1 de octubre de 2010

La importancia de la leche


“La paciencia es un árbol de raíz amarga pero de frutos muy dulces.”
Probervio Persa

Finales de Enero del 2007. En pleno invierno, cuando se suponía que el tiempo más tenía que helar los huesos, a su vez, el clima ofrecía temperaturas casi medias.
Ante ésta tregua casi todos los jóvenes aprovecharon la ocasión para salir de sus casas para disfrutar de la compañía de sus respectivos amigos.
Y se dice "casi" porqué no todos podían o querían escapar de su hogar. Enfermedad, falta de compañeros, minusvalía, prohibición paternal, videojuegos, etc....Hay muchos casos para no salir a la calle.
Entre todos esos desafortuados se encontraba un rechoncho chico llamado Walter.
Walter tenía 15 años, podía presumir de amigos, era sociable...pero el "World of Warcraft" le tiraba más que cualquier otro aspecto social.
A pesar de ser un frikie de bastante cuidado, eso en el fondo de su conciencia no le producía ningún placer. En todo caso placer temporal.
Le mataba el hecho de no poder controlar su vicio y sobretodo no haber tenido jamás una pareja, ni nada mínimamente parecido.
Subrayemos el hecho de que horas incansables en el PC, ausencia absoluta de ejercicio físico y una dieta basada en alimentos "engordantes"; pues había convertido a Walter en un chico "grande" (por decirlo de una manera cariñosa). El ser "grande" llevaba a que las chicas no le mirasen como algo más que amigo y eso llevaba finalmente a una depresión oculta al exterior.
La gran mayoría de sus amigos/as estaban o habían experimentado al menos una vez la sensación de tener novio/a y eso le recelaba aún más.
Y cuando había perdido toda esperanza de suceso y se había resignado a su papel de perdedor...

-¡Hijo ba a comprar la leche al OpenCor!- Dijo la madre de Walter mientras limpiaba la casa.
-¡Porqué tengo que ir yo siempre, que baje Adria (su hermana)! -Voceó desde el otro lado de la casa.
-¡No te lo digo dos veces!

Sin más opción a réplica, baja desganado a por la leche. Cuando abre la puerta del portal encuentra a dos chicas sentadas en el escalón. Una era blanquita, muy mona y de sonrisa achinada. Pero la que le había llamado verdadera atención era la otra. Poseía una estatura muy alta, rubia y muy delgalda.
Lo que le había impresionado a Walter de ella fue su mirada. En cuanto se miraron, sintió algo indescriptible, algo que solo se puede definir en la propia mente.
Fue al Opencor y volvió apresurado para seguir con el vicio al PC. Para su sorpresa al introducir la llave en el portal, la más alta de las dos le habla:


-Hola. Te he visto ya varias veces por aquí...¿Cómo te llamas?
-Yo Walter...y tú?- Dijo de manera nerviosa y tragando saliva a continuación.
-Yo Esther. Encantada.


...lo que no sabía Walter, era lo mucho que se iba a acordar de esa chica el resto de su vida...

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