domingo, 13 de septiembre de 2009

Mirada destructora

Era una sensación de dolor punzante en el estómago cada vez que lo pensaba. Cuando aparecía por mi mente retorcida y angustiosa, mi metabolismo intentaba coger una bocanada de aire rápidamente, como si de ello dependiese mi vida. No sé muy bien cómo explicar esa sensación, era una verdadera angustia. Lo único en lo que podía pensar era en algo inexistente que, sin saber porqué, me atormentaba cada día, cada hora y cada minuto. Las nítidas ojeras de mi rostro y la enorme falta de mi humor cítrico delataban que algo pasaba por mi cabeza y que las cosas no iban bien, nada bien. Realmente mi cerebro, tan mal organizado, no podía reconocer qué era aquello que desordenaba mi vida tan desordenada ya de por sí. Buscaba alguna razón, alguna que pudiera dar alguna ligera alusión de las soluciones al problema actual.
De pronto mi corazón palpitó a tal velocidad que parecía que quería salir de mi propio cuerpo, para huir de la razón que le daba mi mente. Mis ojos del color del chocolate se abrieron de par en par y mis pupilas se contrajeron a una velocidad verdaderamente impactante. Mi respiración se entrecortaba y esta vez necesité varias bocanadas de aire para sentirme estable. Mi piel tomó un color pálido como la fina arena de la playa y mis hábiles manos, que rara vez delataban mi estado anímico, fueron inconsciente y automáticamente hacia mi boca entreabierta debido a mi sorpresa.
Aún no podía creerlo. Creí que lo había superado totalmente, creí que con la distancia y el tiempo el problema podría haberse solucionado. Creí… algo que no era cierto. Cuando nos volvimos a encontrar y nuestras miradas se cruzaron, los sentimientos volvieron a florecer.
Fue una corta mirada, la más corta que he podido recibir, pero con esa compleja mirada pude verlo todo. Pude ver vacío, desprecio y olvido. Una mirada fría e intranquila, pero fría de todas las maneras. La respiración se me volvió a entrecortar y el corazón me fue a mil. La mirada fue letal e imprevisible, y pensé que mis piernas me fallarían y caería de un golpe rápido y certero. Pero no, esta vez no, pude disimularlo para no llamar la atención de los presentes. No sé de dónde saqué esa fuerza para que pareciera que esa mirada no me afectó, pero lo conseguí disimular en el momento. Más tarde la mirada se me clavaba una y otra vez sin cesar sobre mis pensamientos, convirtiéndose en el único. Mi mente ya no estaba en ese lugar, estaba en el pasado, en esa mirada tan penetrante. Primero sentí rabia, rabia por esa frialdad creada hacia mí. Más tarde sensación de venganza, para poder mirarle con la misma frialdad o simplemente no mirarle. Después una mezcla de muchos sentimientos, como celos, descontrol, ira y sobre todo desesperación.
Finalmente, lo único que mi cuerpo me permitía sentir era impotencia y algo de dolor. Después de todos esos sentimientos atormentados, interrumpidos varias veces por las preguntas de algunas personas, me rendí. Ya no valía la pena esforzarse en atacar, me merecía más la pena protegerme a mí misma. No podía permitirme en ese momento coger una rabieta como los niños pequeños cuando les quitan un caramelo de la boca.
En el culmen de esa rendición, de nuevo me volvieron a arrastrar al mundo real de manera obligatoria. Esta vez no pude disimular, y simplemente me limité a decir que necesitaba estar sola. Y allí me quedé, sentada en el frío mármol del suelo, apretando mis rodillas contra mi pecho para sentirme más encerrada en mi mundo, en mis pensamientos y en aquella mirada destructora. _____________________F I N_____________________

1 comentario:

  1. Sin miedo a equivocarme te diré que es uno de tus textos que más me han gustado y también,al menos a mi parecer,el mejor escrito,con más sentimiento y sobretodo con más sinceridad que ninguno.
    Me a gustado mucho de verdad,pero ya lo hablaremos más profundamente en el msn!
    Gracias por escribir,que el blog últimamente parecía solo mío!
    PD: Mi actu para mañana si eso.

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