martes, 22 de septiembre de 2009

Felicidades..

Nada más levantarme de la cama, cogí mis gafas de encima de la vieja mesita de madera y me puse mis zapatillas de paño azules con cuadritos verdes, que el año pasado me había regalado mi nieto Jose. Y, al dar la luz, se abrió la puerta y me encontré a mi hija Clara con su marido, sus dos niños y el resto de la familia cantándome el cumpleaños feliz y con una tarta gigante que llevaba encima un 72 de velas rojas preparadas para que yo las soplara y pidiera un deseo.
Pasé el día con toda la familia, divirtiéndonos y riendo, jugando con los niños a una de esas maquinitas que, definitivamente, nunca entendería.
Al acabar el día, me quedé un rato abrazado a mi esposa Irene, viendo la televisión mientras comentábamos los regalos y el color de los papeles. El regalo que más me gustó fue el de mi hijo Marco, que venía envuelto en papel azul con un perfecto lazo verde, dentro tenía una cajita que guardaba un álbum de fotos, una con cada miembro de la familia, incluso los más pequeños me lo dedicaron. Bueno todos, excepto nuestra nueva incorporación a la familia, que había llegado hace poco de Brasil y todavía no controlaba el idioma, mi nieto Walter.
Luego, Irene y yo nos fuimos a la cama, ya estábamos mayores y el sueño nos entraba pronto... Pero aquella noche, ella se durmió antes, yo me dediqué a observarla mientras la tenía entre mis brazos y recordaba cosas de cuando era pequeño.
Me di cuenta de que las cosas habían cambiado mucho, unas simples canicas nos hacían los niños más felices del mundo, y con cinco duros creíamos que éramos ricos, mientras que, me fijaba en mis nietos, sobre todo en Bea y Raquel, y era todo diferente, siempre pidiendo más y más... No lo acababa de entender. También pensé en lo que ellos me contaban acerca de sus colegios : ya no había un respeto a los profesores, ni si quiera a los compañeros...
Y pensar que yo fui maestro, que dediqué a ello toda mi vida...
Finalmente, me quedé dormido, pero antes saqué una conclusión: las cosas habían cambiado mucho, pero no todo para mejor. Eso era algo que al día siguiente contaría a mis nietos...

Se lo dedico a mi tía Chiki, porque ella sabe estar ahí por mucho que las cosas cambien, y porque parte de esto es tuyo :)

2 comentarios:

  1. Hay cosas que no cambian...por suerte. Y veo que los genes hacen de las suyas. Me alegro. Besitos

    ResponderEliminar
  2. ¡Ay, qué bonito lo que me has dicho! :-) Muchas gracias. Esto, ya lo sabes, solo es el principio...
    Chiki

    ResponderEliminar

MSN