sábado, 24 de octubre de 2009

El centro del universo

Y entonces pronunció la palabra que despertó a Joe.
-Egoísta.

Clavó su mirada en ella. Era tan bonita, tan femenina... Pero eso ahora ya no importaba, le cegaba la ira y apretó sus puños con fuerza para contenerse a sí mismo.

-Te he dado demasiadas oportunidades. He dejado que te fueras, que hicieras sabe Dios qué. ¿Y ahora me llamas egoísta? Tú has sido la que me dejaste, la que me destrozaste por dentro. Sí, por dentro, porque aunque aparentemente sea una persona tan fuerte me afecta. He sufrido lo que a nadie le desearía que sufriese, he llorado lo que a nadie le hubiese deseado que llorase. He lamentado tanto dejar que te vayas… He intentado recomponerme por dentro, ponerme una máscara cada mañana para salir adelante. Lo he intentado todo durante mucho tiempo. No encontraba la razón que te había llevado a hacer eso, y no podía dormir porque la idea de haberte perdido para siempre parpadeaba en mi cabeza de manera que no podía pensar en otra cosa. Ahora que consigo pensar con claridad, que una persona me ayuda a ser yo otra vez, ahora que por fin había dejado de pensar tan constantemente en ti… ¡Ahora decides venir! ¡Estoy demasiado cansado, por favor! ¿Es que no lo puedes entender? ¡No haces más que pensar en ti misma, te crees que todo gira alrededor tuyo!

Se quedaron en silencio. Simplemente se oía la fuerte respiración de Joe en aquel teatro, provocada por la expulsión de todo lo que había deseado decir durante tanto tiempo. En ese momento, de los grandes y negros ojos de Aisha brotaron gotas tan transparentes y cristalinas que podrían ser diamantes. Se secó la boca de aquellas lágrimas tan preciosas y se quitó inconscientemente el rojo de los labios, dejando entrever la naturalidad de los mismos. Con aquel aspecto tan demacrado, realmente parecía una muerta en vida. Su largo cabello, tan negro, brillante y ondulado jamás había tenido ese aspecto. Era como si hubiese perdido la alegría a la vez que su dueña. Su cuerpo de sirena, sin embargo, seguía manteniendo aquella belleza espectacular, pero no trasmitía fuerza como de costumbre. Sólo transmitía derrota.

Finalmente, le fallaron las piernas y cayó destrozada al suelo. Por un momento siguió mirándole fijamente, pero no pudo más y bajó la mirada al suelo sin observar nada. Realmente daba la impresión de estarse muriendo en ese momento. Era la imagen más triste que jamás vio Joe de ella.
Joe dejó atrás todas las reglas y se tiró a aquella alfombra roja para abrazarla. Estaba tan débil, no era posible que eso estuviera pasando. Ella dijo las últimas palabras entrecortadas.

-Tengo…
-¿Qué tienes?
-Tengo… frío. Vete.

El cuerpo de Aisha quedó inerte entre los brazos de Joe. Joe dio un grito de desesperación y dolor y rompió a llorar. Fue entonces cuando se dio cuenta de que realmente todo giraba alrededor suyo. Para él, ella era todo.

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